Nos acercamos al bicentenario del 5 de Julio de 1811. Es como recordar la herida en un costal que lleva a cuestas el Táchira, cuando sus hijos de entonces, de La Grita en particular, decidieron votar contra la Declaración de Independencia de Venezuela en el Congreso Constituyente que se realizaba en Caracas. El único voto en contra de aquella revolución que se iniciaba fue el de Manuel Vicente de Maya, el padre Maya, quien fungía como Diputado de La Grita, por eso la expresión de pesar: Ah, malhaya el padre Maya.
Los sectores dominantes del Táchira de 1811 (los Nogueras y compañía), que son los mismos que dominan al Táchira de hoy, decidieron apartarse del proceso independentista y adherirse a las posiciones de los gobernantes españoles de las Provincias de Maracaibo y Coro en marcada rebelión contra los patriotas de Caracas. El padre Maya fue la voz cantante por el Táchira en ese Congreso Constituyente. Siempre fue “un godo acalorado”, como dijo uno de sus contemporáneos, siempre fue un reaccionario, un hombre de derecha, un escuálido, quizás por ello fue escogido como Diputado de La Grita, por eso su voto negativo no sorprendió a nadie. Adujo Maya que “tenía instrucciones” de los griteños para oponerse a la Independencia. Diferente fue el caso de Antonio Nicolás Briceño, Diputado por Mérida, quien a pesar que los merideños le dieron también instrucciones de votar en contra de la Independencia, sin embargo él pensó más en la Patria y en el momento histórico que vivía, y votó a favor de la Independencia.
Pero no sólo fue ese voto contra la Declaración de Independencia. El padre Maya se opuso también al nombramiento del Coronel Rivas Dávila, propuesto por el Ejecutivo Nacional para que tomara el mando de las armas y la dirección política de Mérida, que estaba en rebeldía contra los patriotas de Caracas. El padre Maya además votó en contra de la eliminación del terrible Tribunal de Inquisición que persiguió ideas y hombres del país. Y cuando la suerte cambió para los patriotas con la Capitulación de Miranda, el padre Maya salió, de manera desvergonzada, a apoyar al canario Domingo Monteverde, que persiguió a sangre, fuego y horca a los patriotas.
Pero el Táchira supo sobreponerse a esa mala hora del padre Maya y de los Noguera de La Grita, y se volcó luego, de manera heroica y solidaria, con la causa republicana en plena guerra de Independencia, apoyando en forma decisiva los esfuerzos de Bolívar, dando ejemplos notables de heroísmo como Cayetano Redondo, Antonio María Ramírez, Hermenegildo Prato, María del Carmen Ramírez, y otros héroes que la generosidad patria no olvida. Lo del padre Maya fue un desacierto cruel y trágico, fue una admonición a la conciencia del tachirense de entonces y de hoy, de que no puede enajenar la historia por intereses localistas o miedos clasistas. La revolución no puede ser una mala palabra en esta tierra de los Comuneros que se rebelaron en 1781. ¡Ah, malhaya el padre Maya!
Los sectores dominantes del Táchira de 1811 (los Nogueras y compañía), que son los mismos que dominan al Táchira de hoy, decidieron apartarse del proceso independentista y adherirse a las posiciones de los gobernantes españoles de las Provincias de Maracaibo y Coro en marcada rebelión contra los patriotas de Caracas. El padre Maya fue la voz cantante por el Táchira en ese Congreso Constituyente. Siempre fue “un godo acalorado”, como dijo uno de sus contemporáneos, siempre fue un reaccionario, un hombre de derecha, un escuálido, quizás por ello fue escogido como Diputado de La Grita, por eso su voto negativo no sorprendió a nadie. Adujo Maya que “tenía instrucciones” de los griteños para oponerse a la Independencia. Diferente fue el caso de Antonio Nicolás Briceño, Diputado por Mérida, quien a pesar que los merideños le dieron también instrucciones de votar en contra de la Independencia, sin embargo él pensó más en la Patria y en el momento histórico que vivía, y votó a favor de la Independencia.
Pero no sólo fue ese voto contra la Declaración de Independencia. El padre Maya se opuso también al nombramiento del Coronel Rivas Dávila, propuesto por el Ejecutivo Nacional para que tomara el mando de las armas y la dirección política de Mérida, que estaba en rebeldía contra los patriotas de Caracas. El padre Maya además votó en contra de la eliminación del terrible Tribunal de Inquisición que persiguió ideas y hombres del país. Y cuando la suerte cambió para los patriotas con la Capitulación de Miranda, el padre Maya salió, de manera desvergonzada, a apoyar al canario Domingo Monteverde, que persiguió a sangre, fuego y horca a los patriotas.
Pero el Táchira supo sobreponerse a esa mala hora del padre Maya y de los Noguera de La Grita, y se volcó luego, de manera heroica y solidaria, con la causa republicana en plena guerra de Independencia, apoyando en forma decisiva los esfuerzos de Bolívar, dando ejemplos notables de heroísmo como Cayetano Redondo, Antonio María Ramírez, Hermenegildo Prato, María del Carmen Ramírez, y otros héroes que la generosidad patria no olvida. Lo del padre Maya fue un desacierto cruel y trágico, fue una admonición a la conciencia del tachirense de entonces y de hoy, de que no puede enajenar la historia por intereses localistas o miedos clasistas. La revolución no puede ser una mala palabra en esta tierra de los Comuneros que se rebelaron en 1781. ¡Ah, malhaya el padre Maya!
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